Veo amanecer en Zaragoza. Y mientras la luz rompe la noche, leo unas líneas que dicen: “Podemos ver la ciudad sobre una colina, pero parece tan lejana. Podemos imaginar la constitución de una sociedad justa, igual y sostenible en la que todos tengan acceso al común y lo compartan, pero las condiciones para hacerla real todavía no existen” (Hardt – Negri).
A continuación pienso el pueblo del Dios de Jesús. Pienso que “en ocasiones pareciera que viviéramos en un tiempo premesiánico. Con ello quiero decir que vivimos como si el Mesías Jesús no hubiera venido. Y al instante, oro: Señor, vengan los nuevos cielos y la nueva tierra. Hágase tu buena voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mt. 5:10). Amén
Ignacio Simal