La “ciudad sobre el monte” es una metáfora del pueblo de Dios, ese espacio social donde debieran crecer personas constructoras del mundo distinto que viene. (Mateo 5,14-16). Ese tipo de personas solo pueden crecer en comunidades que encarnen, ¡aquí y ahora!, la justicia sistémica del mundo que soñaron los profetas y profetisas de antaño. Sin duda, el llamado “sermón de la montaña” ilumina la interioridad relacional de las comunidades de fe.