Caemos una y otra vez, y otras tantas veces nos levantamos. La persona justa se sabe envuelta en yerros. Ya nos dirá la sabiduría que “siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse” (Pr. 24:16). La experiencia vital nos lo confirma.
De ahí que decir, o dar la impresión, de que nunca erramos, es hacer a Dios mentiroso, pone en evidencia que no hay verdad en nosotros, y que la Palabra no es la brújula que encamina nuestra existencia, viviendo así engañando, y engañándonos, hiriendo e hiriéndonos (1 Jn. 1:8-10).
Las personas justas, al saberse envueltas en yerros, son profundamente misericordiosas con los errores ajenos, y sus palabras siempre funcionan como buen ungüento sobre los corazones heridos.
-Ignacio Simal