«Por eso todo fiel te implora en los momentos de angustia; y aunque a raudales se desborde el agua, no les podrá dar alcance.» Salmo 32:6 BTI
No me cansaré de decir y/o escribir sobre la importancia de fortalecer nuestro ser interior. Es en el recinto de nuestro espíritu donde se inician y consuman tanto las victorias como los fracasos existenciales, cuando “a raudales se desbordan las aguas” a nuestro alrededor. Que éstas alcancen nuestra interioridad dependerá de nuestra fuerza y resiliencia, y ello no se consigue de la noche a la mañana. Lo sabéis, lo sabemos. De ahí que, reitero, nos conviene implorar constantemente el nombre de Jesús, el Cristo. Y lo debemos hacer, especialmente, en los tiempos de bonanza, pues en ellos nos preparamos para cuando se “desborden las aguas”. De hacerlo así, la calamidad solo afectará la superficie, no al centro neurálgico del ser humano, es decir a su espíritu. Así, con el salmista, podremos decir, “aunque se desborden a raudales las aguas a nuestro alrededor, éstas nos nos alcanzarán”. La gracia del Espíritu obrando en nuestro espíritu nos sostendrá. En ello nos alegramos, ¡aleluya!
Ignacio Simal