“Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos” (Lucas 15:32a)
No permitamos que la niebla ambiental oculte que la celebración cristiana es la fiesta que anticipa el advenimiento definitivo del “reino” de Dios. La celebración cristiana es la reunión de las hijas e hijos que otrora abandonaron la casa del “Padre”, pero que de nuevo han sido recibidos al hogar que nunca debieron haber abandonado. La celebración cristiana no está envuelta por el sonido de los “golpes de pecho” de las personas reunidas, sino por el batir de palmas, la música y la danza.
Por todo ello, reitero, no permitamos que la niebla ambiental empañe la celebración de la fiesta de la reconciliación entre los seres humanos. ¡Experimentemos lo sublime de la gracia del Dios que nos mostró Jesús de Nazaret!
Ignacio Simal Camps, pastor de Betel + Sant Pau