«Confío en ver la bondad del Señor en la tierra de los vivos.»
SALMOS 27:13 BTI
Mi esperanza, contra lo que la razón intenta subrayarme, es que un día veré, en plenitud, la bondad de Dios plasmada a lo largo y ancho de los cuatro puntos cardinales. Sé que es una locura, pero ¿no es locura todo lo que indica el Evangelio? (1 Cor. 1:17ss). Confieso que estoy absolutamente imposibilitado para la increencia, por eso creo. Y creo sin atender a las razones de los que, de buena fe, me quieren convencer de lo absurdo de la fe. Incluso en los momentos de mayor debilidad, de feroz lucha interior, la fe siempre ha vencido. La razón de su victoria, reitero, se encuentra en mi discapacidad para la increencia.
Mi esperanza morirá, así como la fe, el día en que vea, en plenitud, la bondad de Dios campando a sus anchas por la tierra que pisan mis pies. Entonces, como escribiera San Pablo, solo existirá el amor (1 Cor. 13). Sí, creo en la vida más allá de la muerte o, dicho a la manera cristiana, creo tanto en la resurrección de la carne como en la de toda la creación (Ro. 8). ¡Cuánta locura evangélica habita en mi corazón!
De ahí que, por tercera vez, afirme, está vez con el salmista, que «confio en que veré la bondad de Dios en la tierra de los vivos». Creer en el Cristo resucitado me encamina a la resurrección. Mientras tanto dejadme, dejadme que siga sembrando la locura del Evangelio en los corazones de los que se cruzan en mi camino.
Sí, sembraré (como reza el antiguo himno cristiano) tanto en corazones sensibles como en corazones de mármol esa palabra divina que habla del Dios de la gracia, del perdón y de la esperanza. Sí, sembraré mientras viva simiente de amor, y segaré cuando, de nuevo, mis pies pisen la tierra de los vivos en ese día en el que toda ella pueda ser llamada «casa De Dios».
Ahora veo oscuramente, pero entonces veré cara a cara.
Soli Deo Gloria
Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau