¡Dejadme mirar el cielo!

¡Dejadme mirar al cielo! ¡dejadme observar el firmamento! Dejadme contemplar la obra del Dios en quien creo desde hace muchos años.

Contemplando la creación de Dios no experimento arrobamientos, no veo ángeles ni escucho voces del cielo… sólo oigo un silencio que penetra a través de todos los poros de mi piel hasta llegar a lo más profundo de mi ser. Y entonces, sólo entonces, recibo el don de ver que todo, absolutamente todo lo bueno y excelente de la creación proclama la grandeza y la gloria de Dios. Y en ese instante “mágico”, recibo la vitalidad suficiente para continuar en el camino de Jesús, proclamando el Evangelio. Una buena noticia que dice que el ser humano es susceptible de salvación, es susceptible de tomar otra dirección en su existencia teniendo como horizonte el reinado de Dios. Y todo ello por la gracia y misericordia del Dios de Jesús. ¡Dejadme mirar al cielo!

Ignacio Simal

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