En 1989, Jurgüen Moltmann, escribía: “Dios está en el mundo y el mundo está en Dios… La diversidad de la creación es la manifestación diferenciada del Espíritu creador y vivificador de Dios. “la tierra” por consiguiente, no es únicamente propiedad “del Señor” sino también presencia de la sabiduría divina y participación del Espíritu divino”.
Hace tiempo que me inquieta la poca preocupación e implicación de las iglesias en el cuidado de la tierra. Y no es que no haya reflexión teológica, pronunciamientos o declaraciones al respecto, pero por alguna razón, en la práctica, se sigue estando más preocupado por sostener teologías, espiritualidades y doctrinas que responden a preocupaciones de otros tiempos, que por meditar y practicar nuestra fe de tal manera que nos ayude de manera edificante en la realidad que nos toca vivir.
Esta semana hemos celebrado el Día Mundial del Medio Ambiente, con el lema: “Nuestras tierras, nuestro futuro”. El futuro no lo podemos dar por sentado y como bien nos hace pensar la cita que encabeza esta reflexión, desde nuestra fe y nuestra esperanza creo que debemos ayudar a construirlo conscientemente por nuestro bien y por el de las generaciones venideras.
¡Qué tengáis un feliz día!
Ismael Gramaje