Dios no azota…

«Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.» ‭‭Hebreos‬ ‭12:6‬

«ὃν γὰρ ἀγαπᾷ κύριος παιδεύει, μαστιγοῖ δὲ πάντα υἱὸν ὃν παραδέχεται.» ‭‭ΠΡΟΣ ΕΒΡΑΙΟΥΣ‬ ‭12:6‬

”Él (Zeus) condujo a los hombres al saber, estableciendo como ley: «el aprender sufriendo».” (Esquilo. “Agamenón”)

La vida nos azota, y de qué manera. Es inevitable. La vida es una educadora a la antigua. Se rige por el antiguo adagio, ya caído en desuso, que dice, “la letra con sangre entra”. Con la vida no se puede razonar, cuando crees que todo lo tienes bajo control, ¡zas!, en un abrir y cerrar de ojos lo desbarata todo. Y así aprendemos.

Dios no nos evita sufrir el tiempo en el que la vida se muestra cruelmente incómoda. Y así, los antiguos nos dirían, que “Dios nos azota”, tomando la analogía de su pedagogía ya periclitada (Pr. 23:14). Pero no, Dios no blande en su mano un azote a fin de disciplinarnos a base de golpes, sino que nos educa a fuerza de acompañamiento, Espíritu y discernimiento. Aunque también es verdad que en los momentos más oscuros de nuestra existencia, preguntemos a Dios la razón de la experiencia de abandono. Sin embargo, una vez que de nuevo nos sentimos envueltos por la luz del día, nos decimos en privado soliloquio, ¡hemos aprendido a entendernos con la vida! Y es que la vida, a través de las tormentas, ¡nos educa!

Aprendemos sufriendo la vida.

Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau

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