En Juan 13 encontramos ese conocido mandato de Jesús de lavar los pies a los demás en el contexto previo a la celebración de la Pascua. Lo interesante es que lo hacemos después de leer la afirmación de “que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba”. El contraste entre la divinidad y humanidad es enorme y da mucho que pensar.
Más aún si tenemos en cuenta que, como todos sabemos, esta tarea era propia de los esclavos. Es decir, que Jesús no sólo opta por identificarse con el ser humano, sino que lo hace en la forma de los “últimos” seres humanos. Comparto la explicación de J. M. Castillo a este hecho: “Y esto, ¿por qué? Porque en los últimos de este mundo no hay poder, no hay saber, no hay dignidad… solamente humanidad”.
Como seguidores de Jesús, hoy más que nunca, nos es necesario retomar el ejemplo del Maestro y dirigir nuestra mirada, reflexión y acción ante las realidades de deshumanización que nos rodean.
¡Qué tengáis un feliz día!
Ismael Gramaje