«Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.»
Apocalipsis 3:20
Sí, escuchamos cómo llamas a la puerta de nuestro mundo interior. Y lo haces de forma insistente, pero estamos exhaustos. Apenas nos quedan fuerzas para levantarnos y abrirla. Pero ¡deseamos tanto que entres en nuestra casa y cenes con nosotros! Señor, danos tú la gracia y la fuerza para atender a tu llamado y abrir nuestra puerta de par en par a tu presencia siempre sanadora. Solo entonces la esperanza y la alegría envolverán todo nuestro ser.
Ignacio Simal