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«Y es que nuestro objetivo no son las cosas que ahora vemos, sino las que no vemos todavía. Esto que ahora vemos, pasa; lo que aún no se ve, permanece para siempre.» (2Cor. 4:18 BTI).
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Poner nuestra mirada interior en lo que no se puede ver es lo que hace que aún en los momentos más dolorosos de nuestra vida, el desánimo no salga victorioso. Es ver lo que no se ve a través de la contemplación de las imágenes que nuestro cerebro crea al meditar en la esperanza que nos sugieren las metáforas bíblicas. Contemplación que nos hace caer en la cuenta que toda la dolorosa realidad que nos circunda pasará, y lo que las Escrituras nos hacen intuir permanecerá para siempre; esto es, la liberación de toda la creación de su constante gemido mediante su resurrección (Ro. 8:18ss.). Resurrección que, por otra parte, ya experimentamos en forma de anticipo mediante el Espíritu que mora en nosotros. Sí, «nuestro hombre exterior se va desgastando día tras día, pero el interior no obstante se renueva de día en día» (2Cor. 4:16), hasta la resurrección consumada. De ahí que, reitero, el desánimo no nos venza.
Soli Deo Gloria
Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau