Pongamos que hablo de Jesús de Nazaret. A propósito del Evangelio según Juan, 3:16-21
Fue educado, desde la noche del no-tiempo, en la militancia por un mundo nuevo. Y así fue lanzado al mundo. El mundo, tú, yo y los otros, apenas le conocimos. ¡Qué lástima! Parece que meditar y contemplar su vida y su anuncio es incompatible con las tinieblas en las que estamos inmersos. De ahí que debamos hacer, desde nuestro recinto sagrado, una inmersión en su vida para que ésta nos ponga en nuestro sitio. Durante la inmersión debemos guardar silencio. Dejamos que su vida nos hablé, y nosotros, en ese momento, renunciamos a la palabra para dársela a él. Es entonces, solamente entonces, cuando iniciamos el camino de nuestra salvación-sanación interior. No tememos que su luz desenmascare nuestra conducta, nuestros pensamientos profanos. Es un momento doloroso, pero que nos abre los ojos a un nuevo horizonte: el mundo nuevo. Y de pronto sentimos que, como él, somos también lanzados al mundo para sembrar esperanzas entre nuestros maltratados compañeros de viaje, nuestros prójimos.
Ignacio Simal, pastor de Betel+Sant Pau