El amor es el centro del mensaje de Jesús, pero a menudo nos encontramos cuestionando cómo debemos ordenarlo en nuestras vidas. La parábola del Buen Samaritano, relatada en Lucas 10:25-42, desafía la tendencia humana de jerarquizar el amor según intereses personales, culturales o políticos, proponiendo, en cambio, un amor universal y desinteresado.
El peligro de jerarquizar el amor
En el mundo actual, muchos intentan justificar un orden del amor basado en prioridades nacionales, familiares o ideológicas. Algunos defienden que debemos amar primero a la familia, luego a la nación y, finalmente, a los extranjeros. Esta forma de jerarquizar el amor implica que hay quienes merecen más amor y otros menos.
Sin embargo, la parábola del Buen Samaritano muestra un enfoque radicalmente diferente. Un samaritano —considerado extranjero y enemigo— socorre a un hombre herido, mientras que un sacerdote y un levita, representantes de la religiosidad oficial, pasan de largo. El mensaje es claro: el amor verdadero no se mide por afinidades, jerarquías ni intereses personales, sino por la compasión desinteresada hacia quien lo necesita.
Un amor universal y desinteresado
El amor enseñado por Jesús no admite fronteras. Jesús mostró, tanto en palabras como en hechos, un amor inclusivo, que abarcaba a marginados, pobres, extranjeros y enfermos. Este amor universal refleja la esencia de Dios, quien nos creó a todos a su imagen y semejanza, sin distinciones.
El samaritano de la parábola no solo asistió a la víctima en el momento, sino que se aseguró de su bienestar futuro, pagando los gastos necesarios para su recuperación. Este detalle subraya la profundidad del amor desinteresado: no espera recompensas ni reconocimiento, sino que actúa movido únicamente por la compasión y el deseo de dignificar a los demás.
El riesgo del amor egocéntrico
Existe un peligro real en hacer del amor una herramienta para la autopromoción y el engrandecimiento personal. Cuando las acciones están motivadas por el deseo de reconocimiento o beneficio propio, caemos en la trampa de un amor egocéntrico, contrario al mensaje de Jesús.
El verdadero amor cristiano se centra en el otro, busca dignificar y humanizar sin esperar nada a cambio. Esta es la esencia de la enseñanza de Jesús: un amor que no se reduce a palabras bonitas ni a gestos vacíos, sino que se manifiesta en acciones concretas de servicio y entrega.
Amar sin límites: Un desafío constante
La parábola del Buen Samaritano desafía a repensar las prioridades a la hora de amar. Invita a dejar de lado las excusas y a reconocer que el amor de Jesús no excluye a nadie. Amar sin límites implica un compromiso constante y valiente con la dignidad de todos los seres humanos, especialmente aquellos que son marginados y excluidos.
Este amor no es solo una cuestión de políticas públicas o de discursos, sino una práctica diaria que debe manifestarse en todas las relaciones: familiares, comunitarias y sociales. La parábola recuerda que la verdadera medida del amor está en cómo tratamos a quienes menos pueden devolvernos ese amor.
Una iglesia que refleja el amor de Cristo
Como iglesia, estamos llamados a ser una comunidad donde abunde la gracia, se muestre el amor y se promueva la reflexión continua. La centralidad de Jesús y su palabra deben ser la guía para proyectar el amor hacia los demás, evitando tanto el individualismo como el egocentrismo.
El desafío es claro: estamos llamados a amar como Cristo amó, sin límites, sin excusas y sin esperar nada a cambio. El amor debe ser el centro de nuestra fe y nuestra práctica, reflejando la dignidad que Dios ha otorgado a cada ser humano.
Que esta reflexión inspire a vivir un amor que no conoce fronteras, que dignifica y humaniza, y que lleva a otros a conocer el amor de Cristo.
Descubre más sobre cómo el amor verdadero trasciende fronteras y jerarquías en la inspiradora predicación «¿Qué orden del amor tienes?», basada en Lucas 10:25-42. No te pierdas esta reflexión poderosa del pastor Ismael Gramaje que transformará tu manera de entender el amor cristiano. ¡Ve ahora a nuestro canal de YouTube y vive una fe más auténtica y comprometida!