Terapia reparadora

«Acabo de desahogarme con vosotros, corintios, y es como si el corazón se me hubiera ensanchado. No ha sido mezquino mi amor; el vuestro, en cambio, sí lo ha sido. Ensanchad también vuestro corazón —como a hijos os lo pido— y corresponded a mi amor» (2 Cor. 6:11-13 BTI)

Muchos de nosotros necesitamos una terapia reparadora de nuestro corazón. Un corazón que se mueve de forma constante entre la imagen que se percibe de nosotros y la realidad que experimentamos. Tal vez se nos imagina tristes, y estamos alegres. Tal vez se nos imagina alegres, y estamos tristes. Y así podríamos mencionar sentimientos y haceres percibidos por los demás, frente a lo que realmente sentimos por dentro.

Necesitamos urgentemente abrir nuestro corazón, desahogarnos delante de los nuestros. No dar permiso al silencio para esconder todo lo que debate nuestro corazón. No es un desahogo que busca herir al otro, o simplemente poner sobre la mesa todas nuestras podredumbres. No somos tan egoístas, no nos consideramos el ombligo del mundo. ¡No! Lo que buscamos al desahogarnos delante de los nuestros es purificar nuestro amor, y buscar correspondencia a ese amor que sentimos y hacemos cada día de nuestra vida.

No quiero decir que nuestro amor vaya a aumentar o declinar por hallar, o no, justa correspondencia. Lo que estoy diciendo es que buscamos caminar junto a los nuestros no dibujando una imagen espuria de nosotros mismos, sino mostrándonos fieramente humanos delante del mundo pero confiando en la fuerza del Espíritu para seguir caminando en la vocación con la que Dios nos ha agraciado. 

Lo que buscamos es ensanchar nuestro corazón, y ensanchar el corazón de nuestros hermanos a fin de que todos, absolutamente todos, seamos capaces de acompañarnos mutuamente aceptando las sombras y las luces que forman parte de nuestra existencia humana. No nos disculpamos los unos a los otros, pero si mostramos corazones llenos de entrañable misericordia para todos los que nos rodean.

Acabo recordando unas palabras de Pablo cuando escribiendo a los cristianos en Filipos dijo: «si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa» (Fil. 2:1-2 RVR1960). Soli Deo Gloria

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Scroll al inicio